María Gamboa es profesora en una universidad de Venezuela. Su ajetreada vida se vio súbitamente interrumpida cuando comenzó a tener dificultades para respirar.
A María le diagnosticaron esclerodermia, una enfermedad autoinmune poco común, en la que el cuerpo produce colágeno de más y el colágeno endurece la piel y los órganos. En el caso de María, la enfermedad afectó sus pulmones, ocasionando fibrosis e hipertensión pulmonar.
Se vio obligada a estar conectada a un concentrador de oxígeno y postrada en cama. «No podía llevar a cabo las tareas básicas del diario vivir como ir al baño, caminar, comer, ducharme... nada», dice María.
Como la condición de María se deterioraba rápidamente, los médicos le recomendaron un doble trasplante de pulmón.
«Ni siquiera sabía que se hacían trasplantes de pulmón, porque en mi país no hay una cultura de trasplantes y no se realizan trasplantes de pulmón. Así que empecé a buscar alrededor del mundo. Recuerdo que visité a un médico en otro centro de trasplantes y lo que dijo fue «este es un caso muy complicado; tendrá que ir al mejor lugar del mundo, y el mejor lugar del mundo es Cleveland Clinic.»
María y su madre viajaron a Cleveland en una ambulancia aérea, porque María necesitaba más oxígeno del que se permite típicamente en un vuelo comercial.
Al llegar al campus principal de Cleveland Clinic, María y su madre fueron recibidas por un representante de Global Patient Services.
«Son más que médicos, esto es más que un hospital. Cleveland Clinic es un lugar que puedo llamar hogar, familia. Ahora, me siento como un ciudadano de Cleveland, y gracias al trasplante, mi segundo cumpleaños está aquí.»
«Se siente tan bien llegar a un lugar tan lejano y ser atendido por alguien que habla tu idioma, que te comprende y que puede ayudar a tu familia, a tu madre. Fue increíble.»
Después de exámenes y evaluaciones intensivos, María fue incluida en la lista para un trasplante. Recibió su doble trasplante de pulmón el 23 de diciembre y se despertó en la Unidad de Cuidados Intensivos al día siguiente, apenas el tiempo suficiente como para escribir un mensaje especial.
«Estaba entubada, así que me dieron un papel y escribí «Merry Christmas» y ¡Feliz Navidad!»
Apenas cinco días después del trasplante, María comenzó a caminar. Fue el principio de una rehabilitación larga y rigurosa.
«El primer mes es muy difícil, porque tienes que volver a aprender a caminar, a comer, a hablar, a dormir. No puedes imaginarte lo difícil que es volver a aprender a hacer las tareas básicas de tu vida», recuerda.
María está cada día más fuerte; y el equipo de personas que cuidan de ella monitorea su condición de cerca.
«Todos mis médicos de diferentes departamentos, reumatología, innmunología, el equipo de trasplante, el equipo de esclerodermia, trabajan juntos en mi caso. Cuando tienen que tomar una decisión, lo hacen juntos y me mantienen al tanto. Preguntan si me siento cómoda con la decisión. Esto es muy importante porque de esa forma, una se siente segura de que están brindándole la mejor atención.»
Mientras se recupera, María continúa trabajando como profesora, llevando a cabo investigaciones en línea para la universidad. También trabaja como voluntaria con dos organizaciones de donantes de órganos, ayudando a concientizar sobre la donación de órganos en América Latina.
«Son más que médicos; esto es más que un hospital», dice María. «Cleveland Clinic es un lugar que puedo llamar mi hogar, mi familia. Ahora siento que soy una ciudadana de Cleveland, y gracias al trasplante, es aquí donde volví a nacer.»
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